domingo, 25 de marzo de 2018

Domingo de Ramos, Ciclo B


Domingo de Ramos - Ciclo B
Isaías 50,4-7; Salmo 21; Filipenses 2,6-11; Marcos 15,1-39
Domingo, 29 de marzo de 2015
P. Chava, SVD

Comenzamos la Semana Santa con el Domingo de Ramos; las lecturas de este día nos anticipan la pasión del Señor del Viernes Santo, nos revelan el gran misterio de Dios: “el Hijo de Dios”; Jesús es el Cristo que muere en la cruz.

 

Isaías, narra la actitud del siervo sufriente, que encara el dolor y las humillaciones por la fe que tiene puesta en Dios, confía en que el Señor no lo va a defraudar.  En medio de tanta maldad el inocente puede implorar a Dios como dice el Salmo 21  Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?


Pablo, nos narra que Jesús dejando a un lado su condición de Hijo de Dios, se humilló hasta morir en la cruz, con toda clase de tortura y maldad, con su inocencia y su entrega nos pone el ejemplo de seguir a Dios hasta las últimas consecuencia, con esto Dios le dio poder en la tierra y en el cielo: le dio Nombre-sobre-todo-nombre, por tanto Jesús es el Señor de señores. Nos compro con su sangre y su vida. Nos salvo de nuestros pecados.

 

P. Chava, SVD
Jesús, colgado en la cruz dijo: “Eloí, Eloí, lamá sabaktaní”. Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El centurión, que estaba enfrente, dijo: “Realmente este hombre era Hijo de Dios”. Todo el evangelio de san Marcos nos crea el suspenso de pensar ¿quién esté Jesús?, y es en la cruz, por boca de un “pagano” que nos dice su identidad: “Jesús es el Hijo de Dios”.

 

Es mejor que muera el inocente para salvar a un pueblo, y no que muera un pueblo por un rebelde.  Fue uno de los argumentos de los líderes religiosos y civiles, para convencer al pueblo para matar a Jesús, pues era preferible que muera un hombre a que llegara la paz romana, es decir: “la cruz”, que apacigua las rebeldías, los motines y que inhibe cualquier otro alzamiento del pueblo con ansias de cambiar el sistema, pues ellos tienen miedo a morir en la cruz o en la cárcel.

 

Pero Jesús no sólo murió por la decisión de unos hombres; Jesús realmente entrego su vida para salvarlos y mostramos cuanto ama a Dios y a su pueblo; con su muerte nos purifica de nuestros pecados: del poder, del egoísmo; de la corrupción, nos revela hasta qué punto puede llegar la maldad del hombre. ¡¡¡¡Ven Señor Jesús y sálvanos de nuestros pecados!!!!
P. Chava, SVD

P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de Madrid, España. 



Camino a la Cruz
 

 
 

  
 

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