viernes, 7 de abril de 2017

Morir por amor, Domingo de Ramos, Ciclo A

P. Chava, SVD
Domingo de Ramos,  Ciclo A
Isaías 50,4-7; Salmo 21; Filipenses 2,6-11; Mateo 26,14–27,66
Domingo, 9 de abril de 2017

Morir por amor, es la muerte que sabe a miel, pues Jesús siendo Hijo de Dios, no quería morir, lo muestra su agonía psicológica y su sudor con sangre en el huerto de los Olivos (Lc 22,44), pero el designio de Dios indica que tenía que ser de esa forma como tenía que padecer en la cruz para salvarnos, por eso Jesús dice a Dios: "Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya" (Lc 22,41-42), y sin más acepta el servir a Dios hasta sus últimas consecuencias.

En la primera lectura Isaías, narra la pasión del siervo de Dios y que sufre en el exilio del pueblo de Israel en Babilonia; Lo que llama la atención que el siervo de Dios sufre sin oposición, sin gemidos, con aceptación al dolor y la tortura, para mostrar el poder de Dios, porque Dios ayuda sus elegidos, es decir, el Señor lo ayudó, por eso no sentía los ultrajes. Si el Señor esta de nuestra parte a ¿quién temeré?, pues en mi debilidad Dios me fortalece. Sin embrago hay muchos que sufren y claman al Señor: Salmo 21 ”Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
P. Chava, SVD
En la carta a los Filipenses, san Pablo nos hace teología, descubre las dos naturalezas de Jesús, es decir, la humana y la divina; además nos señala la soteriología de Dios, es decir, el plan salvífico de Dios que implemento para salvar al ser humano de su autodestrucción. Y la salvación sólo pudo llegar a su plenitud con la encarnación de Jesús y la transmisión de su mensaje de salvación complementado con el legado que nos dejó para vivir y celebrar hasta el final de los tiempos como son los sacramentos que administra la Iglesia y con la implantación del Reino de Dios y su justicia en nuestra realidad aquí y ahora.

P. Chava, SVD
En el evangelio según san Mateo, tenemos la síntesis de la pasión de Jesús, es el clímax del los evangelios, pues es la parte vital del texto donde se revela sin tapujos la identidad de Jesús, y su finalidad de porque llamó, enseñó, organizó y preparó a sus discípulos, escogió a doce de los que Dios le envío, vivió con ellos por lo menos unos tres años. “Ha llegado su hora”, Jesús en la última cena nos deja sus sacramentos que da la “impronta y ser” de la Iglesia, la eucarística, la orden sacerdotal, el perdón de los pecados por la gracia de Dios, el llamado al servicio y el amarnos unos a otros con signo visible del amor de Dios en la tierra; los discípulos después de la pasión de Cristo, serán su memoria viviente, de este hombre y Dios en un sola persona; de este Mesías; de este rey ánimo.

P. Chava, SVD
El texto de la pasión de Cristo narra el drama que padece Jesús por parte de sus discípulos, la traición y negación de sus discípulos de alta confianza: Judas el ecónomo de la comunidad y Pedro el segundo líder del grupo; la incomprensión del mismo pueblo de Dios que se corrompe y le condena a la pena capital de la cruz. Por otra parte los líderes religiosos y políticos sacan ganancias con la muerte de Jesús: una paz aparente y una estabilidad económica, religiosa y política.  Solo los incondicionales (mujeres y algunos seguidores) y sin nada que perder más que la propia vida, siguen a Jesús hasta la cruz y después de su muerte hasta la tumba.

Jesús muere en la cruz, él muere humillado, torturado y sin clemencia, muere un inocente en la cruz, muere nuestro Dios y hermano, muere con él nuestra inocencia y parte de nuestra humanidad; pues la causa de muerte fue el odio y la incomprensión de quien era de verdad Jesús; tras su muerte de Cristo, la cruz se convierte en el signo más visible del amor de Dios, pues tanto amo al mundo que envió su único Hijo amado para salvarnos, tanto nos amo Dios que nos entrega a su propio Hijo (Juan 3,16). Por eso en Semana Santa hacemos memoria de este amor de Dios hacia el hombre, de un Hijo que ama tanto a Dios y a la humanidad que da su propia vida para salvarnos.



P. Chava, SVD


P. Chava, SVD: Misionero del Verbo Divino, Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia, Diócesis de  Madrid, España.

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